jueves, 15 de octubre de 2009

Blog Action Day - Cambio Climático

El 15 de octubre se ha elegido como el Blog Action Day sobre el tema Cambio Climático.

Os comento algunas referencias en las que encontrar mucha más información :
CeroCO2 (www.ceroco2.org)
350 ( www.350.org)
tictactictac ( www.tictactictac.org)
Coaliciónclima (www.coalicionclima.org)
Ecología y desarrollo (www.ecodes.org )

Alguna información de interés:
La última sesión de negociación antes de la Cumbre de Copenhague tendrá lugar del 2 al 6 de noviembre en…¡Barcelona! Esta reunión, que en cierta medida está vista como la última oportunidad para lograr un buen acuerdo, pone a la sociedad civil en nuestro país en un lugar central. De Barcelona debe salir un compromiso sobre financiación y adicionalidad que es la única forma de desbloquear el acuerdo de Copenhague. Sin Barcelona no habrá acuerdo en Copenhague, o éste será muy débil. No cualquier acuerdo será bueno. Debe ser ambicioso y que no prime el mínimo común denominador más débil respecto a reducción de emisiones. Los cientos de negociadores que se reunirán en Barcelona tienen que oírnos. Tienes posibilidad de actuar a través de las iniciativas que os he linkado al inicio.

También el 24 de octubre es Día de Acción sobre el cambio climático; en la web de www.350.org, puedes encontrar información sobre las convocatorias del 24 Octubre; como verás también hay muchas en España .

Hay que trabajar en todas las claves: reducción de emisones, mitigación de los efectos y sobre todo adaptación de lo que se nos viene encima, que no todo tiene porque ser negativo...

viernes, 14 de agosto de 2009

La Crisis y La Compra responsable

Extracto de lo publicado en la Revista "Ser Responsable"

¿Afecta de alguna manera la crisis a la compra responsable?

Matizaremos desde dos conceptos: la compra responsable, ligada a empresas, administraciones y organizaciones, y el consumo, donde hablamos del consumidor de calle, del ciudadano.
En la compra responsable afectará poco, dado que las administraciones están forzadas por sus propios compromisos, como el plan de compras verdes de la Administración General del Estado, y en el caso de empresas y organizaciones aquellos que han comenzado de forma seria han visto las ventajas y saben que es una herramienta que limita riesgos a largo plazo y mejora los costes globales teniendo en cuenta el ciclo de vida del producto, y no únicamente el precio. Esta reflexión la hacen las empresas que realmente han incorporado la RSE en su estrategia. Sí que afectará en el caso de empresas u organizaciones que se acercaban por curiosidad o por imagen; aquí pesará la visión a corto plazo y la diferencia de precio puede ser el determinante final. Por tanto no creemos que varíe lo que ya hay, pero sí que afecte al crecimiento, llevando un ritmo más lento del esperado por ejemplo en 2007.
Con el consumidor puede ser similar. Aunque muchos ya saben que comprar por ejemplo una bombilla de bajo consumo es mucho más barato a largo plazo dado los ahorros en consumo energético que produce y los euros reales de ahorro en la factura, la disminución de capacidad adquisitiva puede hacer que el precio se convierta en el factor crítico para la decisión a corto plazo.
Algunos aspectos como la Inversión Socialmente Responsable (ISR), que forma parte del consumo responsable y la RSE, se están viendo favorecidos por la crisis. La búsqueda de seguridad en un momento de caos financiero está haciendo que las instituciones que trabajan la ISR atraigan mayor capital ya que se busca no tanto una alta rentabilidad como una seguridad en la inversión y esto puede favorecer el que existan más capita disponible para invertir en proyectos y empresas que apliquen la RSE en su estrategia.


¿Es el consumidor español responsable?
En casi todos los aspectos que lo valoremos, tanto si pensamos en entidades como en personas, el consumidor español está algo por detrás de la media europea en la mayoría de los casos: por consumo de productos “green” en general, por niveles de compra de agricultura ecológica, por volumen del comercio justo, por volúmenes de residuos generados... es decir hay una distancia considerable entre el nivel de concienciación y el nivel de actuación práctica, de consumo o compra responsable.
Esto no quiere decir que se sea “irresponsable”, sino que hay un gran camino de mejora para ser “más responsable”.
Esta situación también se origina por como está estructurada la oferta de este tipo de productos o servicios. En un reciente estudio de la Consultora McKinsey[1] en Estados Unidos hacía referencia a 5 barreras que hay que solventar por parte de la oferta: en primer lugar conocer que la oferta existe. Hay muchos consumidores que desconocen que existe una alternativa más sostenible al producto o servicio que compran. En segundo lugar confiar en que el producto cumplirá su función igual de bien, todavía existe desconfianza por ejemplo en que un limpiador “ecológico” limpie igual de bien que uno tradicional o que una empresa de inserción a nivel local preste el servicio con la misma calidad que otra gran empresa. Existe también cierta desconfianza que proviene de tratar de discriminar entre lo que es realmente sostenible de lo que únicamente utiliza la terminología desde un prisma publicitario. En este caso entidades independientes como Nexos (www.nexos.es) pueden ayudar a prescribir. Por último se une el tema del precio y la dificultad para encontrar los productos que debe estar equilibrada con la calidad percibida por el cliente.
Como se ve hay que hacer un esfuerzo desde la demanda, para pasar del discurso a la compra real, y a la oferta para salvar las barreras existentes.

[1] Helping ‘green’ products grow: The McKinsey Quarterly. Octubre 2008.

jueves, 23 de abril de 2009

La RSE y las Administraciones Públicas

Cada vez hay una mayor y más profunda reflexión sobre qué y cómo la Responsabilidad Social puede aportar al nuevo modelo de desarrollo que los ciudadanos necesitan y piden.
Creo conveniente dedicar unos párrafos a aclarar de qué estamos hablando cuando usamos el término Responsabilidad Social Corporativa y lo extendemos no sólo a las empresas sino a las administraciones públicas y a otras organizaciones de la sociedad (universidades, sindicatos, ongs…).


La evolución del concepto de RSC, RSE o simplemente RS[1] ha sido rápida y dinámica a lo largo de los últimos 30 años, incorporando cada vez más matices y profundidad.
ermítanme destacar al inicio de este artículo la contribución que la RSE puede hacer al mundo empresarial: ayudarle a mejorar su competitividad, favoreciendo un modelo de empresa más sostenible a nivel económico, social y medioambiental.

Este importante matiz muchas veces no es suficientemente enfatizado, siendo discriminado a favor de “el deber ser”, la obligación moral para con los grupos de interés, o reducido al ámbito de la filantropía o la inversión social, todos aspectos en si mismo positivos, pero que generalmente carecen de la contribución a la estrategia y posicionamiento de la empresa o la organización.

No es ésta la única aportación que la RS puede hacer al desarrollo de la sociedad. Otras estructuras sociales, incluida la propia administración, encuentra en la RS una herramienta privilegiada para establecer, tanto hacia el exterior como hacia su interior, modelos más sostenibles de actuar. Modelos que permiten plantear la gestión diaria de una forma que contribuya al desarrollo económico, la satisfacción de los trabajadores y ciudadanos, y el cuidado del medioambiente. Esta cuadratura del círculo es posible desde la óptica del diálogo, la transparencia, el seguimiento de los compromisos adquiridos y la incorporación de la mejora continúa en la actividad, todo ello incorporado en la visión actual que ofrece la RSE.
Tenemos pues un modelo que permite a las empresas, organizaciones y administración gestionar su contribución al desarrollo sostenible.

El aporte que la administración pública puede realizar al fomento e implantación de la RS ha sido objeto de diferentes estudios y sigue hoy en día siendo fruto de análisis. Afortunadamente no ha quedado únicamente en aporte teórico sino que en los últimos años multitud de organismos nacionales e internacionales han introducido la RS en sus agendas. Esta interés se plasma ofreciendo no sólo estímulos externos para la aplicación en las empresas, sino también herramientas para la aplicación de lo que la RS representa en la propia gestión de la administración pública sirviendo de ejemplo y a la vez arrastre, a través de la propia maquinaria económica que una administración representa y que en muchas zonas la convierte en una de las “grandes empresas” de su comunidad.

De esta manera se ha pasado de la teoría a la práctica tratando de profundizar en modelos existentes como el presentado en el cuadro siguiente en el que el carácter meramente “demostrativo” pasa a complementarse con acciones directas de gestión con un peso tan o más importante que las que aparecen en casillas anteriores para provocar cambios positivos en el mercado.


Para apoyar el desarrollo sostenible la RSE 2.0[2] trata de modificar los patrones de producción, consumo e inversión para alcanzar un desarrollo equilibrado en los tres ejes: económico, ambiental y social, asignando roles y responsabilidades a empresas, instituciones y ciudadanos, aplicando a cada colectivo la RS de forma que atienda a las particularidades de las relaciones con sus grupos de interés.
Esta evolución del concepto de Responsabilidad Social, se ve reflejado en la definición de la misma que hace la Guía de la ISO 26000 de pronta publicación:
“La responsabilidad de una organización ante los impactos que sus decisiones y actividades (productos, servicios y procesos) ocasionan en la sociedad y en el medio ambiente, a través de un comportamiento transparente y ético que:
- contribuya al desarrollo sostenible, la salud y el bienestar de la sociedad;
- tome en consideración las expectativas de sus grupos de interés;
- cumpla con la legislación aplicable y sea coherente con la normativa internacional; y
- esté integrada en toda la organización y se lleve a la práctica en sus relaciones.”[3]
En la definición desaparece el término “empresarial” para situarlo en el ámbito de las organizaciones, mucho más acorde con el concepto abierto que ha ido tomando.

El debate no está ya en qué engloba la RS sino si realmente existen evidencias sobre su valor añadido. En el campo empresarial comienza a haber diferentes estudios que valoran este aporte y que pueden servir para acercar a los más alejados del concepto.
A modo de ejemplo tenemos la “Matriz de Evidencias” diseñada por Sustainability, la Corporación Financiera Internacional y Ethos en el estudio “Crear Valor: argumentos empresariales en favor de la sostenibilidad en los mercados emergentes”. El estudio tomó como base 240 ejemplos reales procedentes de más de 60 países para mostrar las evidencias de cruce entre RSE – Sotenibilidad - Competitividad.


¿Qué pasos nos quedan para seguir avanzando?
Por una parte es importante seguir avanzando en un enfoque global de la RS que permita abarcar el impulso en las empresas, las organizaciones , incluida la propia administración, y la sociedad en general.
Sin embargo podremos valorar la verdadera contribución de las políticas públicas a favor de la RS a través de los resultados concretos que se consigan y estos vendrán en cierta medida influidos por los siguientes parámetros:

La capacidad de segmentar los públicos destinatarios ajustando las medidas a sus necesidades y expectativas: aun cuando se determinan medidas específicas por colectivos es importante valorar que éstos comprenden grupos diversos con necesidades dispares. Tomando el ejemplo de la Pymes tenemos englobados en ella desde las empresas de 2 trabajadores a las de 249, con naturalezas muy diversas. Unido a esto y quizás más relevante es la diferente estratificación del interés de una Pyme por acercarse a la RSE. En la cúspide de la pirámide podemos tener las pymes que se acercan a la RSE por convencimiento, deber moral o traslado natural de sus valores como empresa en la RSE. En el siguiente escalón, a veces interseccionando, con el primero podemos encontrar pymes cuyo núcleo de negocio esté relacionado con la sostenibilidad (agricultura ecológica, energías renovables, empresas de inserción…) y que ven en la RSE un aliado para avanzar en sus objetivos. Más abajo encontraremos empresas para las que la RSE representa una exigencia del mercado dado que son proveedoras de grandes empresas o administraciones que comienzan a solicitar en su cadena de valor el traslado de sus criterios de RS. Por último encontraremos aquellas, que posiblemente sean mayoría, que sólo avancen una vez que puedan contrastar beneficios tangibles y en el corto plazo y para los que la RSE todavía está muy alejada.
El modelo de acercamiento a cada uno de estos estratos es muy diferente y puede condicionar el éxito de las actuaciones. Se ha acabado el modelo “café para todos” en las empresas los consumidores o las organizaciones.

La capacidad de perder protagonismo a favor de ganar en impacto: en muchas ocasiones la aportación de iniciativas, tanto públicas como privadas, se ve mermada por la necesidad de actuar según “mi” iniciativa o proyecto, diluyendo posibles sinergias y sobre todo una gestión más eficiente de los recursos. La participación en acciones sectoriales ya sean locales, nacionales o europeas o la búsqueda de buenos actores que hayan demostrado éxito en su trabajo en fomento de la RSE independientemente de su procedencia es fundamental para asegurar el éxito.

Las acciones de difusión social con un mensaje claro e impulsado de forma coordinada por todos los agentes: durante bastante tiempo hemos sufrido un desconocimiento y confusión sobre lo que representa y los beneficios que puede aportar la RS. En muchos casos esta confusión ha venido provocada por mensajes de las propias organizaciones empresariales que veían en la RSE un “nuevo impuesto”, los sindicatos que defendían a los trabajadores como el principal grupo de interés y no querían interferencias en su campo de actuación , las ONGs que enviaban un mensaje simplista de “RSE = apoye mi proyecto”, las grandes empresas que identificaban RSE con imagen de marca y reputación o las consultoras que defendían su espacio como un nuevo nicho de mercado. Afortunadamente este tiempo ha pasado y los mensajes comienzan a girar en una modelo de sinergia positiva que es importante reforzar y no dejar caer nuevamente en visiones parciales.

La capacidad de generar herramientas para el acceso a la información por parte del consumidor (sea persona física o institución): Se ha avanzado mucho en herramientas de gestión y diagnóstico, así como en recopilación de buenas prácticas pero sigue existiendo un doble déficit:
Acceso a información básica pero fiable, que permita al comprador discriminar positivamente y de forma generalizada, las empresas que mejores prácticas presentan en relación a la RSE.
Herramientas que permitan poner en práctica la discriminación positiva por parte de organizaciones, empresas e instituciones.
Sin esto el propio mercado no tendrá criterios de discriminación positiva para apoyar a los que más y mejor contribución están haciendo al desarrollo sostenible.

Afortunadamente retos no faltan y energía para avanzar tampoco. Sólo el tiempo nos dirá si la crisis ha sido un verdadero impulso de un nuevo modelo de RS que nos ayude a consolidar un desarrollo más sostenible.



[1] Utilizaremos en el texto las siglas RSE de forma genérica. A efectos del artículo consideramos sinónimos Responsabilidad Social Empresarial, Corporativa o de las Organizaciones.
[2] Analogía al nuevo modelo de interacción en la web 2.0 en la que usuarios, empresas proveedoras de servicios, anunciantes y otros agentes participan en la creación y difusión de contenidos.
[3] Fuente: Borrador Guía ISO 26000, WD4.2, 02/06/2008, http://www.iso.org/sr

martes, 10 de febrero de 2009

Ideas preconcebidas de la RSE por parte de las PYMES

Muchas iniciativas tratan de apoyar la diseminación de los conceptos y aplicación práctica de la Responsabilidad Social empresarial en la PYMES, pero no siempre los consiguen. No sólo es todavía desconocida en su aplicación práctica por muchas empresas sino que también circulan falsos mitos que conviene eliminar.
· La RSE es una moda pasajera. Si en algún momento empezó como una moda desde luego está para quedarse. Muchos expertos coinciden en encontrar similitudes con aspectos ligados a la Calidad. En un principio era un término utilizado en algunas grandes empresas para fijar unos estándares de producción de cara a sus proveedores o clientes, ahora es una exigencia del mercado.
· La RSE es para la grandes empresas. Las grandes empresas pueden dedicar recursos y han visto rápidamente los beneficios de aplicar a su actividad criterios de Responsabilidad Social Empresarial, por la atracción de fondos de inversión, por beneficios de imagen de cara a sus marcas y por aumentar la capacidad de atraer buenos candidatos en sus procesos. Sin embargo las Pymes han aplicado y aplican de forma más natural la RSE ya que se encuentran mucho más cerca de sus grupos de interés. ¿Cuantas multinacionales conocen personalmente a sus proveedores o clientes?.
· La RSE es un gasto o un “impuesto”. Un último mito que repercute negativamente en la implantación de la RSE es su visión como gasto sin repercusiones en el beneficio tangible. Diferentes estudios demuestran que la aplicación práctica de la RSE en las PYMES no sólo aporta a intangibles como la imagen en la sociedad o la satisfacción del empleado, sino que puede mejorar el rendimiento energético por unidad de producción o los procesos de abastecimiento con proveedores, además de saber que entre el 74%[1] y el 90 %[2] de los consumidores españoles está dispuesta a dejar de comprar productos a empresas no responsables.
La RSE es fundamentalmente un tema de Filantropía: Filantropía y responsabilidad social empresarial son conceptos diferentes. La responsabilidad social, a diferencia de la filantropía empresarial, pretende además de contribuir al bienestar social, contribuir a la obtención de ventajas competitivas por parte de la empresa a través de la adopción de prácticas de RSE vinculadas a su estrategia de negocios, en contraposición a las prácticas filantrópicas que se desarrollan al margen del mismo.


[1] PWC. La actitud del consumidor hacia la RSC. 2005
[2] Informe FORETICA 2006 sobre la RSE en España.